En la época de Rafael Leónidas Trujillo, nuestros representantes adscritos en el exterior, siempre tenían una misión encomendada. En ninguna ocasión fueron enviados sin un propósito, tampoco por encargos políticos. En esa época la diplomacia era completamente diferente comparada con estos tiempos.
Era una mezcla de comercio en todo el sentido de la palabra; espionaje político social y el verdadero glamour del mundo diplomático, en su máxima expresión. No se escatimaban gastos en los medios de comunicación de ningún país, tanto para proyectar la República, así como el régimen. Siempre tuvimos excelentes representantes, entre estos: Joaquín Balaguer, Sánchez y Sánchez, Manuel del Cabral, Porfirio Rubirosa… Incluso el propio Trujillo fue Embajador Extraordinario en Misión Especial.